"Yo no soy un caballero con brillante armadura. Si alguien como yo tuviese cabida dentro del romanticismo, sería más bien el caballero oscuro, el antihéroe que va a someterte, a exigir de ti hasta el último ápice de placer y entrega que puedas proporcionarme. Querré encerrarte en mi guarida sólo para mí y una vez dentro, te enseñaré a satisfacer todos mis deseos, todas mis perversiones... Y espero que me lo agradezcas como es debido, con una sonrisa dulce y siendo complaciente."


Edward Cullen. Rendición.

viernes, 19 de octubre de 2012

Cap. 61 La senda de lo inesperado.

Todavía sentía una inquietante sensación de vértigo ante el hecho de sentirme tan feliz. Adoraba mi vida junto a Edward; durante el día trabajaba en mi antiguo puesto a pesar del anillo que lucía en mi dedo, desarrollando varios proyectos a la vez, inmersa en la tensión y el desafío que representaba cada trabajo, pero por las noches, o en cada ocasión que teníamos para nosotros, sus ojos se bebían cada uno de mis
gestos, su hambre por mí no había disminuido, todo lo contrario, y sus manos, su cuerpo, su sonrisa enigmática, su risa explosiva, el brillo de sus ojos… Todo era para mí de la misma forma que todo mi ser, cada fibra de mi cuerpo y cada latido de mi corazón le pertenecían por completo.

Las cosas funcionaban muy bien entre nosotros, nos entendíamos y complementábamos como solo dos personas absolutamente entregadas el uno al otro podían hacerlo. El sexo cada vez era mejor, y el Moulin volvía a estar como si ningún ciclón lo hubiese asolado alguna vez, exactamente igual, a excepción de la cama, que era una superficie enorme tapizada de terciopelo gris oscuro, sin columnas ni nada que nos entorpeciese.



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-¿Edward? ¿Qué… qué está pasando? – Algo realmente serio debía de estar cocinándose, si le hacía caso a la expresión sombría de su cara.

-Entra Isabella, deja esas flores en cualquier parte y siéntate. Tarde o temprano tendrías que enterarte. – Hasta ese momento no fui consciente de que aún llevaba el jarrón con los tulipanes en la mano. No se me ocurrió algo que pudiese estar más fuera de lugar en aquel ambiente tenso que nos rodeaba.

Dejé el jarrón sobre la primera superficie estable que vi y avancé para sentarme en el sillón que antes ocupaba Call. Era evidente que Edward no estaba feliz con mi inesperada aparición, pero aún así me tendió un ejemplar de su periódico. Lo tomé con manos asombrosamente firmes y me centré en la primera página rodeada de un silencio incómodo y sin saber qué podía esperar; por más que buscaba, nada en mi interior me alertaba como en otras ocasiones.

En la portada aparecía la noticia del asesinato de alguien. El cadáver se encontraba en un callejón sórdido rodeado de contenedores de basura, bajo una de esas mantas térmicas cuyo dorado resaltaba casi vulgar, fuera de lugar en aquel escenario. La sábana no le cubría los pies, tenía unos zapatos caros, uno puesto, el otro no. Junto a la imagen del cuerpo había otra de dos hombres típicos de negocios con esas camisas impecables y el aire de arrogante eficiencia. Padre e hijo según el titular y el arco de la nariz.

-¿Qué es esto? No entiendo nada. Edward, ¿qué tiene esta noticia que ver con nosotros? 



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De repente una bala plateada que rugía como un caza del ejército, me adelantó por la derecha aprovechando una curva del camino y antes de poder darme cuenta de lo que pasaba, clavé el pie en el freno por puros reflejos, deteniéndome a escasos centímetros del Alas de Gaviota que había aparecido delante de mí cruzado en la calzada, bloqueando el camino y Edward tras el volante una expresión en los ojos que me hizo tragar en seco.

Nada de lo que estaba pasando era normal, mi coche estaba blindado, pero el suyo no y la puerta era un punto débil, podría haberlo herido si no llego a frenar a tiempo. Nada era normal… Y eso era precisamente lo que más asustada me tenía.

Cuando intentó abrir la puerta del Alas de Gaviota y esta chocó contra el parachoques de mi coche, mi corazón latía descontrolado y la adrenalina me daba una extraña sensación de hormigueo por toda la piel. Edward se giró furioso hacia la otra puerta y yo fui capaz de soltar por fin el volante al que estaba aferrada con desesperación.

¿Y ahora qué? Me pregunté angustiada mientras Edward conseguía salir y se acercaba furibundo dando grandes zancadas. Ahora nada, no lo has embestido, aunque no gracias a su prudencia, así que sal del coche y busca ese aire libre que tanto necesitas para poder pensar.

-¡Estás huyendo! – Rugió mientras me sujetaba con fuerza por un brazo.

-¡No estoy huyendo! Solo necesito un poco de aire, eso es todo. Suéltame. – De un tirón hice que me soltase, sabiendo en el fondo que me había zafado de su agarre porque él había querido, mientras trataba de andar deprisa con esos tacones sobre el césped.

-¿Y por ese motivo salías a toda velocidad? Sentarse en el banco del jardín es tomar el aire, a lo que tú hacías se le llama huir. – ¡Maldita sea! ¿Me estaba siguiendo entre los setos?

-¡¿Cómo voy a huir si no llevo dinero, ni identificación, ni tarjetas?! ¿Eh? Respóndeme a eso. – No me giré para hablar con él, si lo hacía lo vería, y si lo veía, la lógica se impondría y ya no podría alegar locura transitoria para justificar mi comportamiento. Nada era normal…

-Isabella estás cruzando muchas líneas, no estás siendo razonable. – Ese tono ya me resultaba mucho más familiar, resultaba considerablemente más intimidatorio cuando empleaba ese tono frío y calmado, pero en esta ocasión chocó contra el muro de rabia y desesperación que salía de mi pecho. Y olvidándome de la prudencia, me giré para enfrentarlo.

-¿Razonable? ¿Tú me estás hablando de ser razonable? – No solo lo enfrenté, sino que además lo señalé con un dedo acusatorio mientras avanzaba un paso hacia él. ¿Qué estaba haciendo? No podía acercarme, tenía que poner distancias entre nosotros, así que me giré y anduve todavía más deprisa sin preocuparme hacia dónde me dirigía.

-Isabella estás enfadándome de verdad, mi paciencia…

¡Su paciencia! Su paciencia podía irse a la mierda en… En ese momento pisé en falso, el tacón se hundió en el césped, y si había algo de dignidad en toda esa ridícula escena, me despedí de ella en el mismo instante en que aterricé de rodillas sobre el húmedo.

-¡Joder!

-¡Joder!

-¿Estás bien? – Por suerte los reflejos no dependen de una y son eso, reflejos que por suerte no me habían abandonado esa mañana como hizo mi habitual templanza, la muy cobarde, así que puse las manos a tiempo para que la escena no fuese completa. En menos de un segundo ya lo tenía encima levantándome en vilo de aquel suelo, tan fuerte, tan atento… Tan Superman al rescate… Y eso era lo peor, daba la sensación de ser una tonta que no puede dar dos pasos sin que él tuviese que salvarme el culo. ¿Estaba siendo razonable? No. Y tampoco me importaba. Nada era normal.

-¡No! Puedo levantarme sola. Es por culpa de estos putos zapatos. – Volví a zafarme de su agarre y no sé por qué lo hice, pero rescaté mi zapato que permanecía con el tacón hundido en el suelo y eché a andar cojeando con él en la mano, pero sin detenerme ni para quitarme el otro.

-Isabella, esto es completamente ridículo. ¡Vuelve aquí inmediatamente! – Parte de mí quería volver y refugiarme en sus brazos, aunque más que en sus brazos, terminase sobre sus rodillas,  pero la otra parte estaba tan cabreada, que no lo contemplaba siquiera como una posibilidad. Y ese cabreo aumentaba a medida que lo hacía su tono autoritario y dominante.

Volví a torcerme el tobillo del pie que todavía estaba calzado, aunque por suerte pude mantener el equilibrio y esta vez no caí. Pero algo que estaba sujetando a duras penas en mi interior, terminó por desatarse. Me giré y enfrenté esos ojos preocupados y coléricos al mismo tiempo. Se estaba acercando.

-No puedo correr con estos zapatos. ¡Maldito fetichista! 


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No podía quedarme con la duda, iría a preguntárselo ahora mismo. Me levanté y al poner los pies en el suelo noté con total claridad los cortes que antes me habían pasado inadvertidos. Iría descalza y no permitiría que me diese largas. Total… ¿qué podía pasar? ¿Que se enfadase? Apostaba a que si tuviese que abrir una galleta de la suerte en este momento, el mensaje sería algo así como: Un nalgueo se aproxima a tu vida, recíbelo con alegría.

Salí al distribuidor y al asomarme a la escalera vi que Claire acompañaba a Stefan Kroener hasta el estudio de Edward. ¡Dios! Seguro que traía novedades. ¿Es que acaso podían complicarse más las cosas esa mañana? Con lo tranquila que prometía ser… No me detuve a pensarlo dos veces, me volví a por los zapatos que Edward había dejado en mi estudio y me lancé escalera abajo. Cuando llegué a la puerta me los calcé ignorando los dolorosos pinchazos que sentí, respiré para calmarme y tratar de combatir el ataque de nervios que tenía, me pasé los dedos por el pelo para arreglarme un poco el moño improvisado y procuré aparentar serenidad antes de entrar sin llamar, completamente metida en mi papel de la señora Cullen, decidida a enterarme de las noticias que traía.

Edward me lanzó una rápida mirada a los pies y no pareció muy feliz de verme allí, y menos calzada con los taconazos en mis pies heridos, pero antes de que dijese nada, me adelanté.

-Señor Kroener, me alegro de volver a verlo. ¿Nos trae noticias? – Tomé asiento en el mismo lugar que esa misma mañana y ordené a mi corazón que se portase bien y no estallase en ese momento.

-Isabella, el sentimiento es mutuo, créame. – Stefan soltó una risa masculina que no debió gustarle a Edward y que francamente, tampoco venía a cuento. – Espero que me disculpe, no he avisado de que me dirigía hacia aquí. ¿Sabe? Todavía pienso en usted como Emma. – No, no le estaba gustando…

-Su nombre es Isabella, Isabella Cullen para ser exactos.

-Cierto, cómo olvidar aquella boda tan rápida…






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-Mírame, Edward. – Esperé hasta que sus ojos fríos volvieron a mí. – No estoy dudando de tus habilidades, lo que cuestiono es su juego limpio. Tú eres un hombre de honor, de acuerdo, pero él no. ¿Te has detenido a pensar qué sería de mí si eres tú el que resulta muerto? Soy muy joven y tú ya no estarás aquí para cuidarme y protegerme como prometiste que harías, como necesito que lo hagas. – Me sentía tan cansada… Cansada e insoportablemente triste. – Ojalá pensar en eso te ponga lo suficientemente celoso como para que valores otras alternativas. Mientras tanto, dormiré en otra habitación.

Eso hice. Trasladé algunas de mis cosas, las más imprescindibles, a una habitación cerca de mi estudio, en el otro extremo de la casa opuesto a  nuestro dormitorio y al Moulin. Era una habitación espaciosa en tonos grises que coordinaban con mi ánimo. Así pasaron unos días muy tensos en los que apenas nos hablábamos en las comidas o durante el trayecto hasta el trabajo, en los que mirarlo resultaba doloroso y no cambiar de idea o hacerle algún gesto cariñoso, un reto agónico y constante. A pesar de eso ninguno de los dos parecíamos dispuestos a ceder.

Esa autoimpuesta distancia me dio ocasión para reflexionar sobre Edward y llegué a la conclusión que la guerra más cruenta que se estaba librando no era entre él y Aro, sino entre sus criaturas, el fruto de la disciplina de ambos; la guerra de verdad era entre el Puto Amo y el Luchador, y sus diferentes naturalezas dentro del mismo hombre.

De la distancia también surgió otra criatura pavorosa: me aterraba la idea de que acudiese a esa reunión sin avisarme.

Vivía en una terca agonía insoportable, no podría seguir así durante mucho más tiempo, me atormentaba la idea de que quizás estuviese desperdiciando nuestros últimos momentos juntos… Ni siquiera podía pensar en ello sin empezar a llorar de miedo, mordida por la duda de si estaba haciendo lo correcto, soportando su ausencia teniéndolo tan cerca… ¿Lamentaría mañana estas preciosas horas?

Las noches grises eran lo peor. No podía dormir apenas y cuando lo hacía, tenía pesadillas inconexas y violentas. Noches grises, espíritus grises, lágrimas grises…

La noche del cuarto día abrí los ojos de golpe, recuperando la plena conciencia al mismo tiempo; en esa ocasión no me había despertado una pesadilla, sino una presencia poderosa, acompañada de un aroma tan familiar y querido, que trajo lágrimas a mis ojos.

Allí estaba él. Con el torso desnudo y un pantalón de pijama de seda negro colgando de sus caderas. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, con la mirada perdida en la noche y el pelo que había vuelto a crecerle, revuelto. Me senté en la cama y el susurro de las sábanas hizo que mirase hacia mí.



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Sin querer pensar más, me acerqué para darle un ligero beso en el cuello, el contacto de su piel en mis labios fue algo enloquecedor, un reencuentro salvaje para el que no estaba preparada. Edward inspiró con fuerza y yo contuve el aliento esperando su reacción, giró despacio la cabeza y nos miramos en silencio. La tensión crepitaba a nuestro alrededor y cuando alzó despacio una mano para acariciarme la mejilla, mi corazón galopó salvaje. Me ardían las manos por volver a tocarlo. Al rozar con su pulgar mis labios, dejé escapar un suspiro tembloroso. Y ya no hubo marcha atrás.

Se lanzó sobre mí como una fiera, besándome con fuerza, jadeando borracho de deseo, yo le correspondí con toda mi alma, abrazándolo enfebrecida, abriendo mis piernas para él, eufórica por sentir su peso y su pasión atrapándome, enredé una mano en su pelo y con la otra me aferré a su espalda. Edward forcejeó con la parte delantera de su pijama durante un instante e inmediatamente noté la suave presión de su glande sobre mi entrada. Cuando me penetró lo hizo de una salvaje embestida, con fuerza, hasta el fondo de mi vientre, tan placenteramente doloroso… Sus embestidas rabiosas me elevaron por encima de todo, solamente podía sentir su abrumadora presencia dentro de mí, sobre mí... Me mordía los labios, el cuello, los pezones, clavándome los dedos en los pechos, tirándome del pelo, aferrándose a mis nalgas. Yo le clavaba las uñas en la espalda y le correspondía, jadeando arrastrada por la lujuria, enloquecida, clavándole los dientes en el cuello, lamiéndole los hombros… Con el vientre lleno de él y los ojos de lágrimas de pánico a perderlo.



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Salté de la cama y me lancé a seguirlo hasta el gimnasio. Por el camino me di cuenta que tenía una tiranta del camisón rota, y mi sexo palpitaba dolorosamente, pero no me importó. Cuando abrí la puerta del gimnasio Edward estaba nadando desnudo, cortando el agua con brazadas enérgicas que hablaban de cabreo y frustración sexual de alto octanaje. Lo sabía porque era lo mismo que sentía yo en ese momento gritando en mis venas. No estaba dispuesta a dejarlo tranquilo, pero sí le di una tregua para que soltase adrenalina y que el agua enfriase su ánimo. Lo observé a placer, esperando pacientemente hasta que lo consideré prudente y me senté en un extremo sumergiendo las piernas. Cuando nadó de vuelta hasta mí, vio mis piernas y se detuvo apartándose el pelo de la cara y lanzándome una mirada que me hubiese helado la sangre, de no estar tan frustrada como estaba.

-Castígame por mi insolencia si quieres, por mi mal comportamiento, no me importa, aceptaré con gusto cualquier castigo aunque no pueda sentarme en tres días. Pero maldita sea si me quedo cruzada de brazos mientras observo como mi hombre se expone a un peligro innecesario. Una cosa es que a cualquiera de los dos pueda pasarnos algo a pesar de la seguridad y la prudencia, y otra muy diferente es que te presentes voluntario. No confío en ese hombre y no voy a darme por vencida, porque si a ti te sucediese algo, yo no podría volver mirarme al espejo sin despreciarme por no haber hecho lo suficiente para que cambiases de idea, por no mencionar que ni siquiera podría respirar de dolor.

-Eres una criatura desesperantemente terca e insistente.







10 comentarios:

  1. Increíble, quizás incluso esté frente al ordenador esperando el siguiente capítulo, me niego a moverme de acá! Tengo la locura instalada en mi mente,cuida mucho a nuestro Puto Amo, por favor... Gracias por actualizar, espero con ansias el próximo... Besos, Esther!

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  2. Piedadddd Estherrr queremos capi queremos capi, se que es imposible justo ahora, pero por fas por fas

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  3. El blog maravilloso....unas imagenes hermosismas q hacen honor al buen gusto y al impactante caputulo.
    Como a mis compis m dejas deseando fervientement saber q a pasado con el puto amo y como dice kris....cuida mucho d el por nosotrasss.....no le hagas sufrir mucho q dmasiado lleva encima y este accident dmuestra lo q bella preveia q edward es un hombre d honor q lucha d frente pero aro es una rata y a estas alturas ya no hay mas q hablar con el solo encontrar hechos...pruebas q le dstruyan.
    Sabes amiga m aparecido muy tierno q a edward le haya dado tiempo a estar celoso es tan edwardddd....cuando amas hay una porcion d celos sanos y logicos...q son calmados por la seguridad d su amor...
    Lo q m a dado pena es q edward crea q bella huia...es un rasgo q le humaniza y hacer ver q todavia no termina d creerse lo q tiene...poder ser feliz....y a dado paso a una inseguridad y vulnerabilidad del pasado...
    Cuidat reina..tqmmm

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  4. Quiero la una cama como la del Moulin y las zapatillas moradas también :3.

    Ese Stefan es tremendo ha de querer un estatequieto por parte de Puto Amo.

    Nos leemos el próximo cap que espero sea pronto ;)

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  5. Nena por favor Cuida al PUTO AMO QUE NO LE PASE NADA POR FAVOR EXCELENTE CAPITULO ME DEJASTES MATADA CUIDALO POR FAVOR

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  6. Hola por aqui.
    Unas imágenes muy hermosas de la cama nueva del Moulin.
    Es increíble como la felicidad, la armonía y la relajación e una pareja de pronto se ve interrumpida por la decisión que uno de ellos toma sin compartirla con los demás. No tenía porque consultar porque hablamos del Puto Amo pero si quizás compartirla. Bella sufre un enorme ataque de ansiedad al imaginarse al amor de su vida envuelto en esa sabana dorada y por mucho que Edward la quiera preparar para ello es algo para lo que nunca nadie esta preparado.
    Aun estoy tanto de decidir si la reacción de Bella es exagerada o no, realmente cuando amas tanto el dolor de la perdida es insoportable y aunque su ataque de histeria haya sido desmedido si es comprensible. Pero al Puto amo no se le convence así, es no es manipulable, por mucho que ame a Bella el hace lo que piensa que debe hacer y aunque le importe y mucho que Bella sufra él se muestra inalterable. No es la manera esa de hacerle entender, pero si lo es en la piscina cuando ella una vez calmada le hace ver su punto de vista.
    Una decisión se ha tomado que por un lado es benerficiosa pues Edward sabe que él no mato a Alec por lo tanto ese peso debe dejar su conciencia. Es aqui donde vemos el punto de Bella, si él marta a Aro nunca lo olvidara, se pondrña a la altura de ese monstruo y será algo que arrastrará toda su vida. No es tan fácil matar aunque sea por defender lo que amas.
    Por otro lado esa decisión a conducido a Aro a ese ataque pues se ha visto atrapado y acorralado y ha reaccionado como el animal que es.
    Esperemos que el puto amo este bien y pueda volver junto a su pequeña golfa y demostrarle con hechos ese orgullo que le ha hecho sentir al darle el instrumento para atrapar a Aro.
    Confió en ti y en tu buen hacer y se que el próximo capitulo Edward estará bien, una de mis teorías es que llevaba un chaleco antibalas en previsión de ese ataque.

    Un besito cielo.

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  7. Una Novela de infarto es lo que es esta historia.

    No me canso de decir el buen gusto y lo elegante que eres en todo.
    El capítulo mmmmmmmuy muy interesante,con un salto en el tiempo, bien enmarcado, describiendo pensamientos de Bella de manera magnífica como siempre. Bella y su carrera con tacones fue mmmm inesperado¿? no sé si esa es la palabra. La verdad es que esta mujer tiende a ¨tragarse¨ sus nervios, o los libera a través de lágrimas, y esta vez no quería llorar y estaba en un estado de nervios y ansiedad elevado, quizás ese arranque no fue muy inteligente pero cada persona reacciona ante situaciones de manera diferente. Lo del Puto Amo y su pánico a que ella lo abandone....pobrecillo todavía tiene un miedo atroz a que ella se vaya...como todo, es cuestión de tiempo y verá que Miss testaruda estará ahí siempre.
    En cuanto a Aro y sus secuaces preveo un final de infarto,lleno de detalles que espero que no se me pasen.
    Ante el final de este capítulo, sólo espero ver a Bella ponerse sus braguitas de niña grande, no espero que se hunda, sé y estoy asi segura que esa mujer confidente, segura y fuerte que gracias a Edward se ha formado, salga a relucir y tome las riendas de la situación como la auténtica Señora Cullen.
    Maravilloso,no espero menos de ti.
    Un beso muy grande y saludos desde Canarias

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  8. Nunca me atrevería a comentar algo de tu historía o forma de escribir, ya que eres INSUPERABLE, podrian aprender algunas,( estoy terminando el libro de Silvia day y deja mucho que desear, comparado con el tuyo).
    Te esperamos para el siguiente capitulo con ansias.
    Grandes Saludos, Carlota

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  9. Hola Esther!
    Espero estés bien Princesa!
    Escapándome del estudio es que me encuentro finalmente con tu maravilloso relato...y que crees....uffff un tremendo cachetazo, un balde de agua fría, un atropello incondicional a la razón.
    Si tengo que esperarte todo el tiempo necesario, y si estos dioses me lo permiten Ala, la Pachamama, el barba y/o como se llamen, ... Nena déjame decirte que ya te estoy esperando y muy tranquila.... La profundidad con la que escribiste y las sensaciones fueron ufffff me quitaste el aliento!!!!
    Gracias hermosa!
    Y Aquí te espero
    tu fan Sole.-
    PD: cuando quieras vemos lo de la bufanda!

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