"Yo no soy un caballero con brillante armadura. Si alguien como yo tuviese cabida dentro del romanticismo, sería más bien el caballero oscuro, el antihéroe que va a someterte, a exigir de ti hasta el último ápice de placer y entrega que puedas proporcionarme. Querré encerrarte en mi guarida sólo para mí y una vez dentro, te enseñaré a satisfacer todos mis deseos, todas mis perversiones... Y espero que me lo agradezcas como es debido, con una sonrisa dulce y siendo complaciente."


Edward Cullen. Rendición.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Cap. 62 La muñeca rusa. Primera parte.

-¿Dónde estáis? – Preguntó M cortante.

-Tiempo estimado de llegada: un minuto.  – Conseguí reunir algo de aplomo y me obligué a permanecer lúcida. Necesitaría mantener la calma, al menos, hasta que Edward regresase. Porque iba a regresar. No había otra opción.

-Posible situación con heridos y rehenes. Valoración inmediata y prioritaria. Mantened la comunicación abierta, enviaremos paramédicos a vuestra confirmación.

-Roger that.* (Recibido)


Las órdenes directas y cortantes de M no me ofrecieron tranquilidad, como tampoco lo hizo la respuesta en jerga militar. “Heridos y rehenes…” Hasta me pareció una buena opción, cualquier cosa excepto cadáveres.

-Quiero ver las imágenes de nuevo. – Mi voz salió como un graznido. M me lanzó una breve mirada evaluativa antes de tocar la pantalla ante nosotras e inclinarse para examinarlas de nuevo conmigo. En aquella ocasión la sorpresa cedió espacio a la rabia y la obsesión por el detalle. Buscaba cualquiera que pudiese darme alguna clave: un reflejo en las superficies cromadas, un fogonazo, alguna palabra suelta…

-¿Todavía nada, Seth? – Marshall estaba con los ojos en la misma pantalla que yo, y con la cabeza en varios frentes al mismo tiempo. Me alegré de eso.

-No consigo restablecer contacto. Algo ha dañado las comunicaciones. – Cerré los dientes con fuerza y continué buscando claves que me esquivaban, con el recuerdo de Edward mostrándome en el vídeo de James los detalles que debía buscar. Pero no había nada, apenas reflejos distorsionados, fogonazos imprecisos, arañas de cristales rotos… Nada.

-¿Sabemos qué ha podido ser? – La conversación sobre las telecomunicaciones continuaba como en un segundo plano de una realidad paralela.

-Apostaría mis pelotas a que ha sido un pulso electromagnético concentrado. No funciona nada en el coche. Ni teléfonos, ni cámaras de seguridad, nada que lleve cables.

-Haz todo lo que puedas. Claire trae el bourbon  de mi despacho. – El hecho de que fuese Claire la encargada de servirnos dos copas captó mi atención por una breve fracción de segundo. – Bebe Isabella. Te sentará bien, lo hacen mis hermanos. – Acepté el vaso tallado con el líquido de un profundo color ámbar rojizo que me ofrecía M, mientras almacenaba datos en alguna parte de mi cerebro, suplicando por que mi capacidad analítica por fin despertase. El miedo me hacía sentir aturdida y no soportaba sentirme así.

-¿Por qué ese coche no está blindado? – Señalé por fin ante algo que me pareció evidente.

-Sí lo está. – Ese bourbon me incendió la boca y llenó mi nariz de matices a roble quemado. Pero fue su respuesta la que me dio una patada en el pecho y no el alcohol.

-Entonces, ¿por qué han abierto las puertas? ¡Maldita sea! – Su única respuesta fue apretar los labios y lanzarle una mirada furiosa a Seth.

-¿Cómo vamos?

-Igual.

-Avisa a Chicago, que extremen las precauciones.

Continué mirando las rápidas y confusas imágenes, almacenando datos, como el hecho de que M ordenase poner sobre aviso a Kroener, más interrogantes, como qué fue lo que les impulsó a salir del coche blindado, y el hecho de que Call fuese el primero en hacerlo. Y sobre todo, hice un esfuerzo sobrehumano para tratar de ignorar que era posible que esos fuesen los últimos momentos de Edward vivo. Podía ver el reflejo de su pelo, el color de su piel y lentamente me estaba llenando de su tacto, y su olor, y su sabor se superponía al del bourbon en mi boca. Sobre todo   pensaba en el color de sus ojos, el sonido de su risa… y el dolor giraba en espiral atenazando mi pecho, cerrando mi cuerpo. 




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-Marshall, ¿qué sabemos sobre las pistolas Taser?

Aquella mujer resultó ser la sucursal de Google en cuanto a armas eléctricas. Con voz desapasionada comenzó a explicar que básicamente consisten en descargas eléctricas del mismo tipo que los impulsos nerviosos, que provocan que los músculos motores reciban señales contradictorias anulándolos, dejando a quien los recibe indefenso al ser incapaz su cerebro de enviar una sencilla orden para flexionar un brazo, o simplemente sostenerse en pie, y que las Stun Gun eran su variedad más mortífera. También aseguró que es una eficaz forma de tortura muy dolorosa y que en algunos casos habían llegado a provocar la muerte por paro cardíaco de quien recibía su impacto de forma continuada.

Necesité unos momentos a solas y me alejé hasta el estudio del Puto Amo para digerir la información. “Al jefe casi lo fríen con ella, le han dado varias descargas…” Las palabras de Sam resonaron no en mi cabeza, sino en mi hígado, en el centro mismo de mi cólera, y la boca me supo amarga, como a rabia y miedo mezclados. Una receta demasiado dura a la que le faltaba algo, un ingrediente adicional que la hiciese más soportable. Apoyé las manos en el respaldo de uno de los sillones de visita, miré hacia su mesa de trabajo, su sillón, ahora vacíos, el orden impecable que lo rodeaba, el esfuerzo y la constancia con las que había construido su vida entera a partir de los escombros de la guerra sin cuartel que había sido su infancia y adolescencia… Entonces supe lo que estaba necesitando: sangre. La sangre de nuestros enemigos.

Alcé la vista instintivamente, buscando la salida hacia el jardín, algún tipo de escapatoria para el infierno que crecía rápidamente en mi interior. Pero solo encontré mi imagen reflejada en el cristal convertido en un espejo oscuro a causa de los paneles blindados tras él. Sola. En medio del estudio masculino.



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Salté de mi asiento y sin decir ni media palabra, fui hasta la cocina donde comencé a cortar pavo para hacer sándwiches para todo el mundo: M, Seth, Claire, la Bella Durmiente de los somníferos para cuando despertase, los chicos que estaban fuera manteniendo nuestros culos a salvo en aquella caja fuerte a la que llamábamos casa…

Y como si hubiese percibido que alguien había usurpado sus dominios, la mismísima Bella Durmiente de los somníferos apareció, tan pálida, que su profunda cicatriz se veía púrpura. Estaba despeinada y con los ojos desenfocados, agarrándose a la pared de mi cocina.

-Señora Cullen, permítame hacer eso. – Su voz no era mejor que su aspecto.

-Seguro que puedo encargarme, gracias Emily. ¿Cómo te encuentras? Tenía entendido que estabas… indispuesta. – Yo seguía cortando delgados filetes de pavo con movimientos decididos, alternando mi atención de la carne, a su cara, que mantenía una artificial expresión vacía.

-Estoy bien, gracias por preguntar, señora. – Sí… seguro que estaba muy bien, no había más que verla. Si había algo que no soportaba de verdad era que me mintiesen con todo descaro, yo hacía eso cuando quería dejar claro a quien preguntaba que se metiese en sus asuntos. Y esa mujer ni siquiera era capaz de sostenerme la mirada; estaba enfadándome cada vez más sin poder evitarlo.

-¡Mierda! – El pinchazo en mi dedo me hizo soltar el cuchillo y sisear entre dientes de dolor. Eso me pasa por estar mirándola a ella en vez de lo que estaba haciendo. Apreté el corte y de él salió un gruesa gota de sangre, y luego otra, aunque la herida era muy pequeña.

-¡Dios mío! ¡Se ha cortado! – No pude evitar dar un paso atrás cuando Emily, tras titubear unos instantes, se abalanzó sobre mí con la cara desencajada. Temblaba de forma casi violenta, aún así me llevó al fregadero y abrió el grifo para lavar el corte, a lo que yo accedí observándola con curiosidad científica. Una vez superado el susto inicial, su actitud me tenía cada vez más intrigada. Su respiración era entrecortada y tenía lágrimas en los ojos enrojecidos. Esa mujer estaba teniendo un ataque de ansiedad en toda regla, pero no sabía el motivo.

-Es un pinchazo pequeño, no tiene importancia.

-¡Sí! Sí la tiene, debería ir al médico, tendrían que coserle puntos, desinfectarla. Tendría que verlo alguien que sepa curar heridas. Voy a llamar a la señora Marshall, no puede dejar ese corte así, le quedará una cicatriz. – Su efusividad me sorprendió, todo estaba yendo demasiado lejos, prácticamente estaba gritando, a punto de hiperventilar. Era una reacción desproporcionada para un minúsculo pinchazo en un dedo, y además estaba el asunto del sedante. Le tomé con firmeza las manos y la miré directamente a los ojos.

-Emily, Emily, escúchame… tranquila… es un corte diminuto sin importancia, sanará solo. ¿Ves? Ya casi no sangra, no molestemos a Marshall con esta tontería. – La solté despacio y envolví mi dedo con papel de cocina. Ya apenas sangraba, pero la mujer ante mí estaba a punto de desmoronarse, y yo quería saber el motivo, porque no me creía ni por un segundo que fuese por mi herida. Ya no estaba enfadada por su actitud, ahora estaba intrigada y preocupada a partes iguales.

-Tendría que… – Insistió casi sin fuerzas aceptando la pequeña toalla que le ofrecía para que se secase las manos.

-Ven, siéntate. Marshall tiene un bourbon que su familia hace en la misma marmita en la que Obelix se cayó cuando era pequeño. ¿Quieres que le robe una copa? – Me siguió dócilmente y se dejó caer en la silla frente a mí con una diminuta sonrisa triste en la comisura sana de sus labios.

-No debería.

-¿Por el sedante? – Emily asintió despacio y comenzó a alinear el cuchillo con la fuente del pavo. Sus ojos estaban extrañamente ausentes de nuestra conversación. – ¿Los tomas todas las noches? ¿O ha sido por la alarma? – La inquietante sospecha de que quizás yo no fuese la única de la casa cuyo hombre había sufrido un ataque esta noche, me encogía el corazón.

-No todas, pero hoy es una de esas noches en las que no tengo otra alternativa. – Lo dijo con la culpabilidad de quien confiesa una falta, sin aportar ninguna luz a mis dudas.

-¿Tan nerviosa te ha puesto? ¿Estás… preocupada por alguien? – No me sentía culpable a pesar de estar presionándola, e iba por buen camino a juzgar por cómo se enderezó en su silla. Pasaron unos instantes en los que no me miró, hasta que por fin suspiró, sacó un pequeño pañuelo de flores de su bolsillo y se lo llevó a la nariz. Esa mujer podía estar sedada, aún así tenía la cara arrasada por el llanto.



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Era la hora más oscura, justo la que precede al alba, cuando M apareció en silencio por la puerta de la cocina y me hizo un gesto de asentimiento con la cabeza al tiempo que las persianas blindadas comenzaban a levantarse con un sordo chirriar. Eso solamente podía significar una cosa: Edward volvía a casa.

Dejé a Emily en su silla y corrí hasta la puerta de entrada con el corazón en la garganta y las manos ardiendo por tocarlo. Llegué justo a tiempo de verlo abrir la puerta cabizbajo, cansado y con la camisa arrugada llena de una escalofriante cantidad de sangre seca. Pero cuando alzó la vista y sus ojos se encontraron con los míos, solo pude pensar en que estaba vivo y había vuelto. Mi pecho estalló de júbilo, dolorosamente, gloriosamente, y corrí a sus brazos.

Estaba al borde de un colapso nervioso, no era capaz de hablar, solo de besarlo con desesperación, sus labios… ¡Oh, sus labios…! Llenaba mis pulmones con su particular esencia mezclada con la sangre, el sudor limpio y algunas trazas del olor químico a hospital. Hundía mis manos en su pelo, tirando de él, jadeando con los ojos llenos de lágrimas. Después con manos temblorosas le abrí la camisa con torpes tirones y busqué heridas, señales de lo que le habían hecho. Él luchaba contra todo eso buscando su propio consuelo, aferrándose a mí, buscándome la boca con sus labios, tirándome del pelo, mirándome a los ojos cuando encontré las dos pequeñas marcas amoratadas junto al cuello.

Pasé los dedos sobre ellas con inmensa reverencia, con miedo y fascinación porque esos pequeños orificios bien podían habérmelo arrebatado. Era como si le hubiese mordido un maldito vampiro. Entonces rompí en violentos sollozos sobre su pecho, eran sollozos de alivio, de miedo contenido durante demasiado tiempo, de dolor… Mientras que él me abrazaba tan fuerte que casi me impedía respirar y aspiraba grandes bocanadas de aire sobre mi pelo, tal y como yo lo hacía sobre su pecho. Era como respirar por fin, el mayor alivio que jamás llegué a imaginar.

-Shhhh… Ya estoy en casa. – Susurró lentamente. Alcé los ojos y tomé su cara entre mis manos con la explicación de M sobre las pistolas Taser resonando en mi cabeza. 



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El sol ya estaba alto cuando abrí los ojos en el sofá. Un sol insolente que contrastaba dolorosamente con el ambiente lúgubre que llenaba el aire de la casa. Apenas había dormido ni una hora, y me alarmó el repentino silencio que reinaba en el estudio. Alguien me había cubierto con una manta, apostaba a que había sido Edward, pero el no saber dónde estaba me llenó de una súbita angustia. Me levanté para buscarlo; debía descansar, o comer, o cualquier otra cosa, no lo sabía, pero de algo estaba segura: esta ocasión no tenía nada que ver con la última vez que se enfrentó a alguien, como cuando peleó con James. Su nombre me trajo recuerdos amargos, él fue otro hombre que había caído, aunque no era bueno, así como tampoco lo era Laurent. En realidad daba lo mismo, eso no los convertía en menos muertos.

M estaba visiblemente cansada, pero seguía trabajando infatigablemente, igual que Seth que tenía su orgullosa cresta alicaída, como si reflejase su estado de ánimo tal y como lo hacen las orejas de los perros. Ella me sugirió que era probable que estuviese en la habitación de Call. Seguí sus indicaciones y abrí la puerta de su dormitorio sin estar segura si realmente debería entrar. Edward no estaba en aquella habitación monacal completamente espartana, casi vacía. Había una cama pulcramente hecha, orden riguroso y escaso mobiliario. Sobre la mesa había un ordenador portátil conectado a la pantalla de la pared, un solitario inacabado y una lámpara. En la estantería solamente se veían los lomos de los libros y un juego de extrañas Matrioshkas con expresión triste. Cerré despacio la puerta sintiéndome culpable por mi intromisión.

Al acercarme, algo metálico sonó en el garaje y pude entrever a Edward junto a uno de los armarios que cubrían una pared. En vez de entrar directamente, fui a por café a la cocina, y al volver, lo observé en silencio desde la puerta. Todavía vestía la misma ropa que la noche anterior, la camisa blanca manchada de sangre y unos vaqueros negros, y juraría que estaba desmontando el motor de la moto que tenía al lado. Inspiré y procuré aparentar calma antes de empujar la puerta con el brazo.



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-Si te digo que te amo… ¿entrarás en pánico y querrás enviarme lejos? – No fue una de esas frases épicas que parece que sanan heridas, pero al menos sirvió como comienzo y para que volviese a dispararme una mirada rápida como una flecha que me puso en alerta felina.

-En este momento tienes bastantes posibilidades de pasar una temporada en algún búnker donde nada pueda ponerte en peligro. – Dio un sorbo a su café y continuó comprobando una pieza. Tenía los pliegues de los nudillos oscurecidos, como si se hubiese limpiado sin demasiado interés la grasa de las manos. No me cupo duda de que hablaba completamente en serio.

-Te amo. Y no hay búnker con las paredes suficientemente gruesas para mantenerme alejada de ti. Sé que eres un hombre que no suele compartir su sufrimiento, pero dime qué puedo hacer, me siento tan impotente que estoy volviéndome loca. – Cerró brevemente los ojos y soltó la pieza que revisaba sobre una bandeja, se limpió las manos con un trapo y se giró con toda su imponente presencia para mirarme de frente con los brazos cruzados sobre el pecho. Tenía los ojos entornados, la mandíbula apretada con fuerza y ese inquietante aire de desafío.

Alcé la cara y le sostuve la mirada retándolo a que me excluyese de su vida, o a que aceptase lo mucho o lo poco que pudiese ofrecerle en estos momentos. Y esperé deseando poder saber qué le cruzaba por la mente.

-Ven aquí, Isabella. 



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-El placer siempre es para los vencedores. – Dijo acariciándome la cara. –  La euforia del triunfo les pertenece, mientras que la rabia y el dolor queda para los perdedores, convirtiéndose al mismo tiempo en castigo y un arma, aunque de doble filo. ¿Sabes por qué siempre ha sido así? – Negué con la cabeza y el corazón encogido. – Porque es lo único suficientemente potente para hacer que tengas una oportunidad de apretar los dientes, levantarte y seguir luchando. Pero si dejas que ese sabor amargo se diluya entre caricias y consuelo, si no haces nada por morderlo, acabará contigo definitivamente convirtiéndote en una víctima. Dicen que el amor es lo que mueve el mundo, la fuerza más poderosa; pero se olvidan con frecuencia de la venganza. Llámala justicia si te sientes más cómoda con ese término, seguirá siendo la misma. – Tras sus palabras Edward se alejó, dejándolas grabadas en mi alma, y volvió a tomar un sorbo de café acercándose de nuevo a la moto. Me abracé para mitigar el frío que me había dejado la pérdida de su calor. No me sorprendió que rechazase un consuelo fácil, tampoco me sentí ofendida, ni mucho menos, él era así, ese era mi hombre, al que reconocía y amaba, solo que atravesaba un momento de adversidad. Verlo así resultaba desgarrador.

-Te sientes como si hubieses perdido un combate. – No me respondió inmediatamente, antes lo vi resoplar exasperado, y sabía por lo que acababa de decirme, que no era por mi pregunta.

-Debes saber que a los hombres que hemos salido de la forja de Aro no se nos derrota, solo se nos destruye. O de lo contrario siempre volveremos a la lucha. La muerte de Call y la de los otros Vulturi en el ataque, ha metido de lleno a la policía en el tablero de juego. Aro ha llegado demasiado lejos como para dar marcha atrás, ha quemado sus naves y solamente puede seguir en una dirección. Ya no cuenta con su preciado anonimato y ha dejado de moverse con cautela. Por supuesto que he perdido un combate. Pero estoy muy lejos de ser derrotado. – La fuerza que destilaban sus palabras me reconfortó, aunque el significado de ellas no lo hiciese en absoluto. Y sin embargo había algo más, el hombre que era no podía ocultarme a estas alturas del juego que era duro, no había ninguna duda de eso, pero no era insensible.

-¿Es eso todo lo que te atormenta?

-¿No te parece suficiente? – Arrojó al suelo la herramienta que tenía en la mano provocando un estrépito metálico que armonizó perfectamente con sus palabras y la forma explosiva en que las dijo. Esperé pacientemente a que el eco desapareciese antes de volver a insistir.

-Marshall me dijo que habías estado en la habitación de Call y fui a buscarte antes de entrar aquí. ¿Sabes si tenía a alguien a quien debamos avisar?

-¿Una mujer? – Asentí en silencio para provocar que volviese a mirarme, y lo conseguí, al menos durante un instante antes de que volviese a concentrarse en aquel estúpido motor. De alguna forma sabía que su súbita fiebre mecánica estaba relacionada con todo lo que había sucedido. – No, él era un hombre solitario entregado a su trabajo. Cuando necesitaba a una mujer, pagaba por ella y después volvía a sus obligaciones. – Aquello me provocó un violento pellizco en el estómago. – ¿Decepcionada? – Añadió con un deje irónico al ver mi reacción.

-No, más bien inquieta. – Me revolví incómoda en la dura encimera sobre la que todavía estaba sentada.

-¿Por qué? ¿Qué es lo que te inquieta exactamente? ¿El sexo mercenario? ¿Haber visto su habitación espartana? ¿Que ahora esté muerto? – Tragué en seco. Su mirada inquisitiva tenía un filo arrogante que no me tranquilizaba. – Dímelo.

-Es solo que… Lo has dicho de una forma que me ha recordado a ti cuando nos conocimos, eso es todo. – Mentira, había algo más que me negaba a pensar, pero que arañaba con súbita insistencia la superficie del más evidente razonamiento.

-Chica lista.


 

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-Una palabra tuya, Isabella. No necesitas decir nada más. – Lo sabía. Con unas pocas palabras el luchador que siempre estaba latente en los ojos del Puto Amo daba un paso marcial al frente dispuesto a todo. No porque yo pronunciase las palabras mágicas de la infamia, sino porque él mismo estaba conteniéndose a duras penas desde que los Vulturi volvieron a su vida.

-Eso me haría despreciable, no quiero hacer algo así. Pero no soy estúpida, Edward, no quiero que tenga la oportunidad de intentar quitarme nada más. – Mi hombre hizo una mueca casi orgullosa con los labios antes de besarme como solamente él sabía hacer.

-Niesztche aseguraba que “aquel que lucha contra monstruos, debe cuidarse de no llegar a convertirse en uno a su vez”. Y que “si miras durante mucho tiempo un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. – Metió un mechón de mi pelo tras mi oreja mientras sus ojos escrutaban mi expresión en busca de alguna fisura. – Eres una mujer asombrosa, Isabella, pero no quiero que te quedes mirando al abismo.

-Es imposible evitar mirarlo, es justo lo que tenemos en frente. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Cómo vamos a salir de todo esto?

-Luchando. Nos alzaremos sobre todo esto y sobreviviremos. Ya hemos pagado un precio muy alto con sangre y sufrimiento por faltas que no cometimos. Sobre todo tú. Ha llegado el momento de que otros comiencen a hacer lo mismo por sus crímenes. – Mis miedos me tomaron por asalto y apretaron mi corazón. Si tan solo pudiésemos escapar, desaparecer…

-Pero ¿cómo? ¿Y si nos convertimos en un reflejo de ellos? ¿Eso no nos haría merecedores de otra venganza? ¿Un nuevo ajuste de cuentas?

-En ocasiones, no hay nada más justo, ni más cruel que la verdad desnuda. Confía en mí, Isabella, encontraré la forma.

Hundí la cara en su pecho y me abandoné a su abrazo creyendo todas y cada una de sus palabras. Eso podía hacerlo, lo que no conseguí fue acallar los ecos de la tormenta que rugía en mi mente.



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12 comentarios:

  1. Es fascinante leer una historia y meterte tanto en el papel de la protagonista q terminas sintiendo todos y cada uno de los diferentes estados de ánimo a lo largo del capítulo, desesperación, angustia, miedo atroz, sed de venganza, rabia....Todos esos sentimientos embotados en varias muñecas rusas. Perfecto
    Fue un viaje vertiginoso,aunque te aseguraste de darnos tranquilidad antes de la mitad del capítulo con la confirmación del q El Puto Amo estaba bien.
    Pobre Call....te juro q sentí pena por la muerte de Call pero por saber q Edward se iba a culpar.
    Si destaco algo del capítulo es la cantidad de información, sobre la vida de Call...la de Emily, q me tenía absolutamente intrigada,incluso la q El Puto Amo comparte con Isabella, dónde está aquel hombre q por no preocuparla no decía nada, la tenía alejada con brazo extendido en ese aspecto. Sin dejar de ser el hombre q es, serio, responsable, líder, dominante, introvertido, ha sabido entender q puede apoyarse en Bella,. Y ella es una crack sabiendo cómo comportarse según el ánimo de él. Se han perfeccionado ambos.
    En cuanto a las reflexiones filosóficas de Bella, creo recordar q en otro capítulo diste una clase de Derecho Natural....aquí has mostrado tu inteligencia con conocimientos de ética y moral, muy bien hecho.
    Te aseguro q tengo un ojo absolutamente crítico con las cosas q leo, llámalo defecto de profesión, y sin embargo me veo incapaz de encontrar algo en esta historia q pueda "criticarte"...me tienes enamorada, pero eso lo sabes ;)
    Muchas gracias por tomarte la molestia, el tiempo y ganas de escribir esta maravilla. Digo maravilla pq me fascina q durante el tiempo q lo leo y leo por segunda vez, soy capaz de evadirme de cualquier cosas.
    Saludos desde el Atlántico

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  2. Ahhhhhh ¡Eric Packer!

    Gosh1 Robert en esas fotos de Cosmópolis se ve tan pero tan Puto Amo, creo que ya te lo había dicho *suspira*

    La moto es de él? No recuerdo que la hayas mencionado antes, quiero que lo describas manejándola *cejas*

    Pues ya te dejé mi rr, solo venía a ver las imágenes y me encantaron, sobre todo las de Eric

    Cuídate y nos leemos el próximo cap ;)

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  3. Holas!!
    Te dejé comentario en ff pero te dejo otro por aquí, porque mantener el blog también cuesta trabajo. Las imagenes están genial, por cierto. Esas fotos de Eric Packer representan perfectamente al Puto Amo ahora mismo.
    Me quedé super plof en cuando Edward dice: "Call ha muerto" Diossss, como ya te comenté, sospechaba que alguien iba a morir y mencioné a Call, pero como nos despistasteee(jummmmmm)ya me esperé otra cosa. En fin, que me da muchisima pena que Call no vaya a aparecer más, siempre fue una figura constante en la vida de Edward, cuidándole no sólo a él, sino a Bella también, y a todos. Inolvidable ese momento de cuando ella se va y él la lleva un chocolatito caliente y le dice que Edward es un buen hombre. Era un personaje más o menos secundario que poco a poco se fue ganando su espacio en la historia y en nosotr@s. Y del que ahora sabemos que comparte el mismo triste pasado que Edward. Va a ser realmente raro que no aparezca más.
    Y una cosa que se me olvidó comentarte en el rr de ff. Stefan a mi tampoco me da buena espina....él puede tramar algo que no me gussta nada de nada. Se irá viendo.
    Por otro lado, no sabes la pena que me da Edward. Es genial que él este bien y todo eso, pero lo que siente ahora mismo tiene que ser horrible. Debe sentir tantisima impotencia y rabia por no haber podido hacer nada para ayudar a Call, porque era su hombre de seguridad, pero dice él, también era su amigo. Y ahora más que nunca su sed de venganza está al nivel máximo.
    Bella está hecha un lío con el tema de Jane, eso de verla en la ventana reflejada, llorando, fue toda una revelación. Si ella hubiese actuado diferente al saber que a Alec no le mató Edward??...no se sabe. Pero a Aro no le interesa que ella sepa la verdad asi que supongo que nada hubiese cambiado. Si a Jane le cuentan la verdad, seguro que Aro le come la cabeza, como habrá estado haciendo todos estos años.
    No sabes las ganas que tengo de que Aro muera de una vez. Es malo, pero malísimo y espero que pague por todo lo que ha hecho.
    El capitulo ha estado increíble como siempre, da muchísima información importante, pero aún siguen quedando piezas por encajar.
    Un besito, hasta el próximo capi y que pases una muy Feliz Navidad guapa!!!!
    Besotes, Vero.

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  4. Hola Esther, ya te deje mi review en FF, pero tengo que hacerlo aqui, Jesus, que capi, que he sufrido tanto como Bella seguramente, me encanto saber que Call era quien habia noqueado a el Puto Amo, besos nena, gracias por no olvidarte de nosotras!

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  5. Hola Esther,
    También te he dejado un review en fanfic, pero el blog está genial y me gusta pasar por aquí para ver las imágenes.
    Mil gracias por seguir escribiendo esta historia. Al ritmo que puedas o quieras, sea como sea, lo valoro muchísimo.
    Me encantó el capítulo, tanto como todos los demás.
    Siento que la historia nunca decae y que todo es impecable.
    Felices fiestas, Esther!!!
    Un abrazo,
    Anto

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  6. Hola Esther cielo.. queria pasar por aqui tambien para darte las gracias por estas hermosas imagenes q embellecen cada capirulo.
    Adoroo tu blog es el mas completo y hermoso q conozco..y riza el rizo d la perfeccion d esta inolvidable historia d amor.
    Cuidat cielo.
    Desde madrid..bsssss
    yoli

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  7. Hola Esther!!!!
    Muchas, muchas Felicidades!!!
    Que increíble otro año más compartiendo los estados de animo del puto amo!!!
    Bueno, de este cap lo que mas me gusto fue "Emili y Bella"
    me encanto. Humanizaste mucho más a los personajes secundario y eso hizo que Bella y Ed se volvieran como más hogareños, que se movieran como una familia. Interesante!!!!
    Te quiero linda y te deseo lo mejor!!!
    Cariños Sole.-

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  8. Solo quiero agradecerte el esfuerzo por mantener el blog tan chulo con las fotos. y desearte :
    FELIZ NAVIDAD.
    (ya puse mi comentario ff ) Saludos Carlota

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  9. Hola por aqui Ester.

    Ya te dije por FF que ha sido un capitulo desgarrador y agridulce. Siento alivio de saber que el puto amor esta vivo pero me entristece y mucho la muerte de Call que al final resulta ser el segundo niño adoptado legalmente. Me desgarra ver a Edward en ese estado de culpabilidad, ver a ese luchador que ha perdido una batalla pero no la guerra, no querer sucumbir a unos placeres que le harán débil para llevar a cabo su venganza su misión. Me entristece y desgarra la historia de Call, esa habitación espartana con las pocas pertenencias que tenía señales de su vida solo dedicada a Edward. Me entristece la historia de Emily y de como Jane la cortó aunque se me escapa la razón de porque.
    Es precioso ese reencuentro en el que ambos se demuestran todo su amor al igual que en el garaje, el sexo no es necesario aquí, solo la cercanía de ambos. Como tampoco lo es el resto de los dias en que sin embargo para Edward la presenciad e Bella es reconfortante. Ella se esta haciendo fuerte por él demostrándole que puede llegar a ser su compañera en todos los sentidos y luchar juntos contra los Vulturi. Sin embargo demuestra ser mas humana que Jane ya que es capaz de sentir piedad algo que Jane nunca sentirá pero o descarto una colaboración para acabar con Aro.
    Me desgarra ver al Puto Amo triste, culpable y herido por ese engaño que Aro ha conseguido mantener por años.
    Y me desgarra esa conversación final en donde ambos confiesan que ya sabían que había un niño y que lo perdieron, pero me gusta esa promesa de futuro implícita en cada razón que Bella da para ser diferente a Jane. Me gusta como Edward a protege entre sus brazos al enterarse que sabe lo del bebé y me encanta que vayan a luchar juntos contra sus enemigos.

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  10. Las imagenes están perfectas. Increíble e impresionante, la historia de Call y Emily para complementar un poco toda esta locura. Cuídate!
    J. Chris

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  11. AHHHHHH QUE MAL POR CALL ERA UN PERSONAJE MUY QUERIDO PERO ARO TENDRA SU MERECIDO Y MAS AHORA QUE ISABELLA ESTA AL LADO DE SU PUTO AMO MUERO POR SABER QUE PASA SALUDOS

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  12. Genial el capitulo, pero con las imagenes se hace mucho mas real lo que se lee. Muchas gracias por compartir esta historia con nosotras.

    FELIZ NAVIDAD

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