"Yo no soy un caballero con brillante armadura. Si alguien como yo tuviese cabida dentro del romanticismo, sería más bien el caballero oscuro, el antihéroe que va a someterte, a exigir de ti hasta el último ápice de placer y entrega que puedas proporcionarme. Querré encerrarte en mi guarida sólo para mí y una vez dentro, te enseñaré a satisfacer todos mis deseos, todas mis perversiones... Y espero que me lo agradezcas como es debido, con una sonrisa dulce y siendo complaciente."


Edward Cullen. Rendición.

martes, 8 de febrero de 2011

37. Los límites del amor.

-Ponte algo cómodo, pasaremos la tarde en casa. Yo mejor te espero abajo, no soy capaz de apartar las manos de ti. – Dijo esto acariciando la cadena alrededor mi cintura y me besó suavemente en los labios, se giró y desapareció por la puerta del dormitorio, dejándome plantada allí, con una sonrisa
 bobalicona en los labios, hasta que pude reaccionar y comencé a vestirme.

No había dejado dicho lo que quería que me pusiese, así que me tomé la libertad de vestirme con un precioso y delicado vestido lencero, que Alice me obligó a comprar una tarde  en la Isla. Era color crema y tenía pequeños bordados florales en el mismo color sobre el fino tejido de tul, el pronunciado escote en pico se cerraba con algunos botones y tenía un forro ligero y cómodo que le daba el nombre de vestido, de lo contrario, hubiese sido un camisón de lo más revelador. Me calcé con las bailarinas blancas, me colé un cárdigan gris oscuro, cepillé el desastre de pelo que Edward me había dejado y bajé para hacer la comida. De repente me sentía realmente hambrienta. Sería por el ejercicio… Ni se me pasó por la cabeza ponerme ropa interior, nunca había tenido problemas, pero cada vez me sentía más y más cómoda con mi desnudez y me resultaba tremendamente excitante estar así para Edward.

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-Mmmm… podría pasarme la vida en tus labios... – Susurró a la vez que dejaba suaves besos sobre mi boca anhelante. – Pero me apetece una tarde tranquila para variar, buena compañía, un libro, la chimenea, el sofá del salón... – Sus palabras me acariciaban y me envolvían, al igual que sus dedos jugueteaban con un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja y acariciando la punta. Y esos ojos entornados y seductores, conectaban con lo más profundo de mi alma.
-Suena realmente tentador ese plan. – Me apetecía cualquier plan que implicase estar abrazada a ese magnífico ejemplar de hombre, al que para colmo, amaba con locura.
-¿Sí? – Asentí mordiéndome el labio para evitar volver a besarlo. – Pues vamos. – Era una delicia cuando estaba así de tranquilo y cariñoso.
Recogimos todo y Edward se llevó las copas al salón, mientras que yo subía volando en busca de mi olvidado libro de “Orgullo y Prejuicio”. Tuve que hacer un esfuerzo para recordar dónde lo había dejado, hasta que un flash vino a mi mente: el cajón de mi mesilla de noche. Bajé las escaleras abrazando mi viejo y ajado ejemplar, dispuesta a pasar una tarde tranquila junto a Edward.
Al llegar al salón Edward había acercado una pequeña mesa al respaldo del sofá y nuestras copas a medio terminar estaban allí, al alcance de la mano. Me lanzó una rápida mirada y me sonrió como sólo él sabía hacerlo. Se la devolví como pude y me apresuré a reunirme con él.
-¿Otra vez el mismo libro? Hay una biblioteca llena por ese pasillo. – Dijo al ver mi viejo libro. Negué despacio sin poder quitar la sonrisa de mis labios.
-No, otra vez no, todavía el mismo libro… Antes los devoraba, ahora no tengo tiempo de leer. – Edward enarcó una ceja de forma pícara. – Y no me quejo. – Añadía a la vez que sentía el suave calor tiñendo de nuevo mis mejillas.
Edward se limitó a ensanchar su sonrisa, dio un lento sorbo a su copa y me pasó un brazo por los hombros, pegándome a su duro pecho. Suspiré y me propuse disfrutar de cada minuto de esa nueva situación entre los dos.

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-La sumisión se elige libremente, Isabella. Es una opción. Tú puedes decir no en cualquier momento. Puedes abandonarme una mañana que te despiertes y decidas que ya no quieres saber nada más de mí ni de mis exigencias y normas. – Eso no era una posibilidad real, no sin perder mi alma y mi corazón en el intento. –  Lo que yo era de Aro no. Yo no tuve más elección que luchar o convertirme en el juguete sexual de algún depravado pederasta. – Las lágrimas nublaron mi visión de su jersey.
-Y yo luché. Luché con toda la rabia y frustración acumuladas. – Ese era mi luchador. Mi chico fuerte, valiente y orgulloso. Con todas las consecuencias.
-No Isabella, yo no fui un sumiso, fui algo más. Toda mi vida dependía de la voluntad de Aro. – Mis ojos ya no pudieron contener las lágrimas, que comenzaron a surcar mis mejillas. Sin vergüenza, sin necesidad de ocultarlas, lágrimas arrogantes y orgullosas. Orgullosas de Edward y su actitud ante la desesperanza. Lo amaba con locura.
-Una vez nos montó en la furgoneta y nos llevó a las afueras de Chicago, a un bosque muy parecido al que nos rodea en esta casa, parecido al que rodea la casa de tu padre. – Descansé mi mejilla sobre su espalda en un gesto lleno de cariño.
-Nos ató las manos a la espalda, nos vendó los ojos y nos ordenó correr a través del bosque. Sus “benefactores” habían hecho apuestas sobre el primero que caería, por el último que quedase en pie, por el número de fracturas, el de contusiones... – Cerré los ojos con fuerza, luchando contra la imagen que formó mi traicionera imaginación, de un Edward más joven y asustado, corriendo atado y ciego por un denso bosque… hasta golpearse contra un árbol.
Ninguno de los dos dijo nada durante un buen rato. Yo estaba abrumada y triste y Edward debía de estar tratando de digerir los recuerdos de su amarga experiencia.


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5 comentarios:

  1. mmmmmmm......m encantó.....todo,no sé ni k escribirte....es k m gusto mucho.....
    Dios su preocupación, su canriño....este hombre no hace nada a medias (pero eso ya lo sabemos) asi k si tiene k ser romántico es el más romántic del mundo.
    Le pidió una cita??enserio??? m lo como *babas*
    M cago en Bella ( cn perdón d la expresión) y sus putas sensaciones extrañas k m ponen nerviosa....pero eso es lo k kieres.
    El capítulo estuvo increible pekeña...tantas cosas....m lo voy a volver a leer antes de dormir pq es simplemente mágico¿? si mágico y entretenido y cautivador y puag....
    Graciassss t las daré mil veces tanto cm los 1001 capt k escribirás :P
    Saludos desde Canarias donde sorprendentemente hace mucho mucho frio XD

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  2. Me encantó, no hago más que darle vueltas a quien puede amenazar a Bella, tengo la ligera sospecha de que es alguien del pasado de Edward ya que a mike lo has descartado, pero ya nos iremos enterando.
    Lo haces muy bien.
    Besos.

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  3. casi me da algo cuando hace unos dias mostraste esa imagen de Aro y Edward!!! si que ha resultado ser bastante interesante y tormentoso el pasado de él u.u ... el capi me encanto omg! fue genial

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  4. Cielo! Eres ya toda una experta en el photoshop!!!

    Nunca te había dicho por aquí que me encanta tu historia, cada capítulo más.

    Besos XDD

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  5. UF! vaya una ultima imagen...menos mal q es del pasado, no me quiero imaginar al Puto Amo secuestrado o herido en el presente por Aro!

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